Organizadas por la Asociación de Vecinos El Imparcial, del 19 al 22 de enero, Consuegra celebraba las fiestas en honor a san Antón.
Los actos dieron comienzo con la proclamación de Josefa del Álamo del Álamo, como "Imparcialera Mayor 2017" sustituyendo en el cargo a su predecesora, Mª Luisa Punzón Martín. Seguidamente, en la sede de la Asociación se inauguraba la exposición "Tradiciones y arte de un pueblo" obra de Ángel Palomino Hernández, vecino de Villarrubia de los Ojos.
El pregón de las fiestas, celebrado en le iglesia de San Rafael, fue pronunciado por Ángel Pérez Martín-Nieto, que versó sobre datos históricos de la Asociación de Vecinos El Imparcial, que cumple el 25 aniversario de su fundación y referencias a su patrón, san Antonio Abad. Su interesante alocución tuvo carácter emotivo con su dedicatoria al vecino y amigo Gregorio Ortiz Moreno, fallecido hace unos meses y el recuerdo de otros dos exdirectivos recientemente fallecidos: Florentino Ortiz y Lidia Moraleda.
Este año por primera vez en la fiesta, coincidieron la Dulcinea Gemma Morales y la Imparcialera Mayor Josefa del Alamo para más realce de las celebraciones.Los actos religiosos del día principal, oficiados por el párroco José Manuel Pastrana: eucaristía, procesión y bendición de animales, gozando de una mañana soleada y de agradable temperatura, contaron con una gran concurrencia de fieles; entre los que se encontraban las autoridades locales y una representación de la Cofradía del Gremio de Hortelanos de Toledo, hermanada con la asociación anfitriona.
En las imágenes, se pueden ver algunos de los momentos más significativos de las fiestas; la reseña publicada en el diario ABC, el texto íntegro del pregón, y próximamente un resumen del mismo, en audio, tomado por Ramón Luis Fuentes Palomino.
Por ser el pregón obra de un imparcialero, fundador de la Asociación y participe de toda su trayectoria, lo reflejamos a continuación por considerarlo, como la historia misma de sus primeros veinticinco año.
F. Domínguez Gómez y J. García Ortiz
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PREGÓN SAN ANTÓN 2017
Por Ángel Pérez Martín-Nieto
San
Rafael. El Imparcial. Consuegra
20
de enero de 2017
Estimadas
autoridades locales, con el Sr. Alcalde al frente y miembros de la Corporación
municipal que le acompañan; Bellísima Dulcinea, Sr. Presidente y miembros de la
Junta de la Asociación El Imparcial; Imparcialera mayor; Sr. Cura párroco, Sr.
Jefe de la Policía Municipal, hermanos de
la Cofradía de Hortelanos; vecinos de este mi querido barrio; pueblo de
Consuegra y amigos todos.
Sean
mis primeras palabras de agradecimiento a la Asociación de Vecinos El
Imparcial, en nombre de su Presidente Ramón Luis Gallego y de la Junta que
dirige, por el acuerdo de proponerme para pregonar estas Fiestas de San Antón 2017.
Propuesta que en verdad me compromete, pues no es un arte éste el de pregonar
que se encuentre entre mis habilidades, pero que al mismo tiempo me llena de
orgullo, como imparcialero nacido y vivido en el barrio, y como socio fundador
de la Asociación de El Imparcial, al tener la oportunidad de dirigirme a todos
vosotros en esta fiesta en honor a un Santo tan entrañable y querido. Además,
en un año que tiene un significado especial, pues en él se cumplen los primeros
25 años desde la creación de la Asociación, y con ella de la restauración de la
Fiesta de San Antón en el barrio, tras varias décadas de olvido.
En Memoria
Imposible
pregonar este año sin hacer una mención especial a uno de los imparcialeros que
más se ha implicado en la creación y sostenimiento de esta Asociación. Es a él
a quien dedico este pregón como muestra de agradecimiento por su trabajo
infatigable, por su desinteresada labor, por su dedicación y entrega a la
Asociación y todo cuanto ésta significaba para él, y por una profunda amistad.
Para ti Gregorio.
Hoy
no estás entre nosotros, pero tu recuerdo sigue y seguirá vivo en cada rincón
de este barrio y en los corazones de cada uno de los que tuvimos la gran
fortuna de haberte conocido y disfrutado de tu compañía, de tu amistad, de tu
generosidad, y de tu sonrisa, con la que transmitías tranquilidad en los
momentos más difíciles.
No
titubeaste en aceptar el encargo de dirigir las obras de restauración de la
Sede, compromiso que llevaste a cabo con total agrado y responsabilidad,
compaginando tu trabajo diario con el que te imponía la coordinación de las
obras, los pedidos de materiales y el control y organización del personal
voluntario, a lo que se añadía el coger la paleta siempre que tenías oportunidad.
Tu
pasión por la Asociación no te impidió, pese a estar escayolado y en silla de
ruedas, formar parte de la expedición que viajó a Loja en 1992 para agradecer a
dicha villa, 100 años después, su solidaridad con los damnificados de la
Inundación del Amarguillo, plasmada en aportaciones dinerarias para la
fundición del brocal del pozo que preside el centro del barrio. Recuerdo con
qué desenfado asumías las bromas cuando dejábamos libre la silla de ruedas por
las inclinadas calles de Loja y del Albaicín en Granada.
Tampoco
dudaste en aceptar el cargo de Presidente de la Asociación en 1997, en unos
momentos difíciles, pero que con coraje y sabiduría supiste sacar adelante
manteniendo la cohesión de todos los que formábamos parte de ella, además de seguir
impulsando el fortalecimiento de la misma, fomentando el deporte entre mayores
y jóvenes del barrio (que más de una lesión sufriste con tus partidos de
futbito) y sellando lazos con otras instituciones, cuyo ejemplo más visible es
el Hermanamiento con la Cofradía de Hortelanos de Toledo, del que aun
recordamos la brillantez del acto religioso en la iglesia parroquial de San
Juan.
Por
todo ello, y por una lista interminable de gratos recuerdos que nos has dejado,
en nombre de todos los imparcialeros, en la certeza de que tu memoria sigue
viva y así será por mucho tiempo, te envío, con el cariño de todos, un especial
tributo desde éste tu barrio.
Asimismo,
no quiero dejar pasar la oportunidad que me brinda este pregón para evocar
cariñosamente a otros dos miembros de la AVI, también fallecidos recientemente,
que han dejado una gran huella entre nosotros: Florentino Ortiz Martín y Lidia
Moraleda Sánchez. Para todos “El Pocero”, Flor, será recordado por su
incansable dedicación a la Asociación, auto encargado del mantenimiento de la
sede, miembro de la Junta Directiva, y siempre dispuesto a arrimar el hombro,
junto con su inseparable amigo Marcelo, que en paz descanse también, a cuanto
fuese menester en cualquier actividad de la Asociación. Y Lidia, ejemplo de
mujer valiente que desde muy joven se implicó en la Asociación asumiendo el
cargo de Tesorera de la Asociación Juvenil El Amarguillo y posteriormente el de
vocal de la Junta Directiva de la AVI. Ambos dos, tened por seguro el
reconocimiento de vuestro barrio a vuestra inestimable labor.
Nuestra Sede
Han
pasado ya 25 años desde la creación de nuestra Asociación de Vecinos El
Imparcial y es conveniente ilustrar a los jóvenes, y refrescar la memoria de
los menos jóvenes, a fin de que los logros y hechos que forman parte de nuestra
historia, en este caso de nuestra pequeña historia, no queden en el olvido y
sirvan de ejemplo y estímulo a las nuevas generaciones.
Fue
el año pasado durante las fiestas de San Antón que me quedé sorprendido cuando
involuntariamente escuché a un miembro de la junta directiva de la Asociación decir que la Sede
se debía a una donación municipal. Obviamente no pude contenerme, y a la menor
oportunidad, ahí estaba yo ilustrando a esta joven imparcialera, rodeada de
algunos otros miembros de la Junta, sobre los antecedentes, adquisición y
restauración de nuestra Sede.
En
los primeros cuatro años de andadura de la Asociación se usó como Sede un
cuarto cedido por el Ayuntamiento situado en la Casa de la Cultura. La Junta
Directiva, muy activa por cierto en esa época, como no podía ser menos, no se
sentía cómoda teniendo que reunirse fuera del barrio. Debía encontrarse una
solución, pero ésta pasaba por el alquiler o compra de un local en el barrio,
lo que a priori estaba fuera del alcance económico de la Asociación. Se
tantearon dos casas en venta, actualmente los dos bares con que cuenta la Plaza
de Madrid, pero el precio que se nos pedía era prohibitivo para nuestras vacías
arcas y escasos recursos.
No
obstante, no cejamos en nuestro empeño. La Asociación crecía y crecía, y la
Junta debía hacer realidad el sueño de hacerse con una sede en el Barrio. Un
día nuestro incansable socio y miembro entonces de la Junta Julio García Ortiz,
(recuerdo hablando con él en la misma Plaza de Madrid), me propuso tantear la
ya por entonces deshabitada casa del Sr, Pedro y Dª Aurora, cuyo hijo, el Sr
Rafa se encontraba interno en el Asilo de Las Hermanitas de los Ancianos
Desamparados en Quintanar de la Orden.
La idea me pareció brillante, dado el significado que dicha casa tenía
para todo el Barrio, pues no en vano varias generaciones de imparcialeros habíamos
aprendido nuestras primeras letras en la Escuela regentada por la familia
Aguilera García, para muchos la única escuela que habían pisado. La propuesta
fue elevada a la Junta Directiva que con escasa convicción nos autorizó a
iniciar los contactos pertinentes.
En
las visitas realizadas al Asilo de Quintanar por parte de Julio y mía,
encontramos a un Sr. Rafa amable, receptivo y sobre todo entusiasta con la idea
de que su casa, la de sus padres, seguiría en pie sirviendo a un fin social.
Tras explicarnos la situación administrativa de la casa, nos redirigió a su
hermano Carlos, vecino de Buenas Bodas, pequeño pueblo en el límite de Toledo con
la provincia de Cáceres, con quien no dudamos en ponernos en contacto.
Bien
recuerdo aquella tarde de Jueves Santo de 1995 en la que una comisión del
Barrio formada por el tío Baudilio (q.e.d.), Sebastían, RL Fuentes y yo mismo,
nos desplazamos a Buenas Bodas, para hablar con el Sr. Carlos, a quien por
medio de un pequeña esquela, escrita sobre un papel de estraza mal recortado,
daba poderes su hermano Rafa para disponer de la casa. Allí también nos
encontramos con una familia humilde, super amable, agradecida por nuestra
propuesta, y que no dudó en darnos el sí tras estimarla razonable. Sellado el
pacto con un apretón de manos y fuertes abrazos volvimos exuberantes de alegría
a informar a la Junta del trato.
Ya
nos habíamos comprometido a comprar la casa, no había vuelta atrás, pero
quedaba una incógnita por resolver: ¿Cómo se iba a pagar? La Asociación no
tenía solvencia suficiente, pero sí el coraje para seguir adelante. No
obstante, al día siguiente, Viernes Santo, por la mañana solicitamos audiencia al
Sr. Alcalde, quien a pesar del día tan señalado nos recibió. Así a las 12 de la
mañana, en lugar de recorrer las Estaciones, un grupo reducido de imparcialeros
nos reunimos con el Sr. Alcalde y el Tte de Alcalde para brindarles la
oportunidad de adquirir la Casa-Escuela por el bajo precio que habíamos
conseguido y disponer de una propiedad municipal en el Barrio. Único barrio del
pueblo en el que el Ayuntamiento no tiene inmuebles. La Asociación se
encargaría de su restauración y de darle vida. Íbamos con el NO por delante, y
con el NO salimos. De nada sirvieron nuestros argumentos y esfuerzos para
convencerles.
Había
que tirar para adelante. Era hora de echar números, y muchos. En la reunión del
Viernes Santo con el Alcalde, y su segundo, había surgido la idea de hacer una
corrida de toros de carácter benéfico, a imagen de la que años atrás se había
dado en Consuegra en beneficio de la Residencia de Mayores. Contaríamos con el
apoyo del Ayuntamiento si nos decidíamos. Esa idea caló en mi mente y, tras
darle muchas vueltas, al siguiente lunes ahí estaba yo echando manos de mis
contactos taurinos, un joven novillero con muchas ganas de torear y muy metido
en esos ambientes. Tras analizar los pros y los contras realicé un presupuesto
que no dudé en presentar y defender en la Junta de la Asociación. Hubo de todo,
dudas, decisiones, indecisiones, idas y venidas, propiciadas desde dentro y
fuera de la Asociación, que darían para escribir una monografía, pero el
resultado es que la corrida se celebró el 15 de agosto de ese mismo año, 1995,
y fue todo un éxito, tanto desde el punto de vista taurino como del económico
que era el que más nos preocupaba. El empuje que se dio para el pago de la casa
supuso un tercio de su coste.
El
resto se sufragó por diversas fuentes: donaciones de entidades bancarias;
ventas de cerámica con motivos del barrio, que nos hacían expresamente en una
cerámica artesana de Burguillos, y que vendía mi madre en casa, y la Sra.
Braulia en los eventos de la plaza de Madrid; venta de pines del pozo, que se
hicieron por miles en tres colores distintos, hierro, plata y oro; rifas en los
muchos actos lúdicos y culturales que se organizaron y en los que también se
sacaban beneficios de bar; premios de carrozas y comparsas en Reyes y Carnaval;
adelantos voluntarios de cuotas de socios, y aportaciones de algunos socios con
derecho a retorno cuando hubiese ocasión. Tal fue el éxito de este plan que
antes de finalizar el año la casa estaba totalmente pagada y escriturada a
nombre de la Asociación, y en menos de otro año todos los socios que
anticiparon dinero obtuvieron su devolución.
Hay
muchos datos y anécdotas que me dejo en el tintero. Además harían muy extenso
este pregón y algunas podrían herir sensibilidades, como la del intento por
parte de algún vecino, cuyo nombre me he guardado siempre de decir, de
rompernos el trato de la casa, pero que afortunadamente pudimos superarlo.
El
primer objetivo estaba cumplido, ahora teníamos otro entre manos, el de la
restauración de la Casa y su adecuación a Sede de la Asociación.
Hubo
que realizar obras, y de cierta envergadura. Teníamos el doble reto de mantener
la casa escuela en su estado más original posible, y acondicionar algunas
piezas para salón de actos, lo que exigía ciertas modificaciones del diseño
primitivo. Se optó por mantener intactas las piezas de la planta superior y las
habitaciones del ala izquierda de la planta baja (comedor, dormitorio y cocina)
y sacrificar el ala derecha, donde estaban las aulas, escalera y patio
posterior, para el salón de actos. Se eliminó el embaldosado sobre barro del
piso superior y se mantuvo y saneó la madera del solo cuadro.
Los
vecinos del barrio se volcaron en las obras de restauración, dirigidas por
Gregorio. No se pagó mano de obra, cada uno colaboraba en las medidas de sus
posibilidades y habilidades. Unos picando y sacando tierra, otros haciendo y
llevando masa, otros, albañiles expertos, reconstruyendo, enluciendo y solando.
Así todos los fines de semana hasta finalizar la obra. Otros muchos aportaron
materiales de forma totalmente altruista. Se contó también con ayuda municipal,
que viendo el entusiasmo del barrio y la entrega de sus vecinos con la obra,
puso a disposición de la Asociación todo el material eléctrico y personal
especialista.
Dos
años después, se acometió una nueva obra. Ésta consistente en el
acondicionamiento de la fachada y del tejado. Algunas de las maderas habían
cedido y las tejas cogidas con barro suponían un peso que era preciso aligerar.
Contando con fondos propios y con una ayuda generosa de la Junta de Comunidades
de Castilla La Mancha, se procedió a la realización de las obras mediante una
contrata. Se adecentó la fachada conservando ventanas y huecos originales y se
desenvolvió completamente el tejado volviendo a colocar la teja original. Esta
vez no se consideró conveniente asumir el riesgo de que nuestros socios, muchos
de ellos jubilados, trabajasen en tejado y andamios. Pero sí que se trabajó
interiormente, y mucho, en la limpieza, restauración y tratamientos de la
madera del artesonado del techo.
Así
pues, tenemos muchos motivos para sentirnos orgullosos de nuestra Sede. Ayer
nuestra primera escuela, hoy nuestro centro de reuniones en el barrio, y
patrimonio del Barrio gracias al esfuerzo de la Asociación, a nombre de la cual
están las escrituras, para satisfacción de todos cuantos se implicaron en esta
empresa y para ejemplo de los más jóvenes, obligados a dar continuidad a la
labor hace un cuarto de siglo iniciada y exitosamente mantenida hoy día.
La Asociación
Nuestra
Asociación cumple sus primeros 25 años. Parece que fue ayer aquel otoño de 1991
en el que un grupo de vecinos del barrio, reunidos en la planta alta del taller
de Ramón “el de las motos”, decidiesen aunar esfuerzos para organizar, en el
siguiente año, actos conmemorativos del I Centenario de la creación del Barrio
de El Imparcial, cuya primera piedra para la construcción de esta iglesia fue
puesta en octubre de 1892, con motivo de la entrega de las recién construidas
casas a los damnificados, un año después de la terrible inundación que asoló el
pueblo de Consuegra dejando sin hogar a centenares de familias.
Para
organizar dicho evento se partía de cero, no había fondos, pero sí ideas. Se
dudaba entre si constituirse en Asociación cultural o vecinal. Finalmente cuajó
la segunda opción, con la confianza de que una Asociación Vecinal tendría una
mayor acogida en el Barrio, y siempre bajo la premisa de que la acción cultural
sería una componente destacada en las actividades de la Asociación. Y así ha
venido siendo. Muestra de ello son los concursos literarios con motivo de San
Antón; la semana cultural en fechas veraniegas; la publicación del boletín
cultural todos los comienzos de año anunciando las fiestas de San Antón; exposiciones
artesanales, actuaciones musicales, festivales folklóricos; carrozas de reyes,
comparsas en carnaval, viajes organizados con gran contenido cultural, recorridos
turísticos en el pueblo, y como colofón, la restauración de la fiesta de San
Antón, con lo que ésta entraña de cultura religiosa y tradición popular.
Si
extraordinario y reconocido fue el esfuerzo de un puñado de personas de este
Barrio para formar e impulsar la Asociación durante sus primeros años de su
andadura, es justo reconocer también el esfuerzo y sacrificio que supone el
mantenimiento de la misma. Se han
alcanzado muchas y altas metas, he ahí la Sede por ejemplo, o la restauración
de esta fiesta de San Antón, pero queda, porque es permanente y no caduca, la más
importante de todas: la de la continuidad, el conseguir que la Asociación
perdure, que siga viva y fiel a su concepción original. Esto no es baladí. Los que hemos pasado por cargos de la Junta
Directiva bien sabemos la ardua tarea de mantener vivo el espíritu de la
Asociación, el tener que dedicar gran parte de nuestro tiempo, a costa a veces
del trabajo y familia, a la organización de cuantos eventos se vienen
celebrando año tras año desde su creación, y entre los que sin duda alguna
destaca esta fiesta de San Antón, cuyo rescate, tras decenas de años olvidada,
fue objetivo prioritario entre los marcados desde los primeros momentos, y así
reflejado en los estatutos de la Asociación de Vecinos El Imparcial.
Éste
es el reto, mantener y en la medida de los posible potenciar la Asociación.
Contáis con los mecanismos necesarios. Hay Sede, hay base estatutaria, hay
apoyo del Barrio y municipal, y hay una finalidad: estrechar los lazos de
amistad y fomentar la convivencia; ingredientes suficientes para estimular la
rotación de los órganos directivos. No obstante, para asegurar esta rotación es
necesario que los vecinos del Barrio se involucren desde jóvenes. Os animo a
que deis vida a la Asociación Juvenil El Armarguillo, creada en 1996 como
entidad subrogada a la del Imparcial, que tenía como finalidad precisamente promover
el interés y participación de los más jóvenes en las actividades socio-culturales
desde una corta edad, para posteriormente incorporarse a cargos de gobierno en
la Asociación matriz. Lidia hubiera podido dar buena cuenta de ello, así como
los aquí presentes Ventura Casas y Ramón Luis Gallego, Presidente y
Vicepresidente respectivamente de la Junta fundadora de esta Asociación
Juvenil.
Una
de las claves del éxito de la Asociación de El Imparcial es sin duda que, afortunadamente,
el Barrio ha contado y cuenta entre sus gentes con personas incondicionales que
han estado, y así siguen, alentando a la Junta de Gobierno, apoyando sus
decisiones, ejecutando cuantas acciones fueren menester en beneficio de las
actividades programadas, y por qué no decirlo también, limando las asperezas
que en alguna ocasión han surgido fruto de las tensiones propias que se generan
en toda comunidad, porque somos humanos.
A
título de ejemplo, sin temor a no mencionar a todos, porque de seguro sería
perdonado, me atrevo a enumerar a estos incombustibles vecinos, algunos de
ellos ya en su descanso eterno, otros con grandes carencias físicas, y otros
que siguen entre nosotros dando lo mejor de sí mismos en pro de la Asociación y
de su Barrio:
Marcelo,
Flor, Anastasio, Baudilio, Nati, Sabina, Julia, Batildo, Tomás, Julio (Ramos),
Anselmo, Gregorio, otro Gregorio, Lidia, Victoriana, Heliodoro, Bastián,
Leocadio, Braulia, Miguela, Segunda, Flori, Feli, Ventura, Julián (Marros), Julio
(García), Jesús, Pedro, más Pedros, Alejandro, Mª José, Brígido, Miguel, José
Vicente, Félix, Vicente, Ramón, otro Ramón, Ángel, más Angeles, y
un largo etcétera que me dejo sin nombrar por no hacer esta lista interminable,
pero no por ello menos importantes. Personas todas ellas admiradas y respetadas
por todo el Barrio, que con gran merecimiento bien habrían podido también ser
fuente de inspiración de D. Pedro Calderón de la Barca, cuando dice:
Aquí
a la sangre excede/
al
lugar donde uno se hace/
y
sin mirar cómo nace/
se
mira cómo procede”,
versos
que, si bien escritos en un contexto castrense, son perfectamente aplicables a
los vecinos de este barrio, trabajadores y humildes, que con tesón han
conseguido sobreponerse a las dificultades de la vida misma y afrontar los
retos de una sociedad cada vez más competitiva, y nada fácil, a pesar del
aparente estado de bienestar.
Estado
de bienestar que sin duda es preciso comprender y mejorar. En el convencimiento
de que bienestar lleva consigo esfuerzo y superación de todos en común, a la
vez que el entendimiento y práctica de los valores morales sobre los que se
cimenta una convivencia sana y solidaria. El bienestar mal entendido, basado en
el vivir a costa de los demás, amparándose en lo posible en lo que las
instituciones, y los demás, puedan hacer por mí, y NO en lo que uno mismo pueda
hacer por los demás, conducirá sin duda al enfrentamiento y a la decadencia de
nuestra sociedad.
En
ese entendimiento tenemos que ser conscientes de lo que significa “solidaridad”,
como el destierro del “yo y primero yo”, de un lado, y del “a mí que me vayan
dando”, del otro, así como de la puesta en práctica del esfuerzo individual, en
la medida de las posibilidades de cada cual, en beneficio de la comunidad, sin
olvidar que el agradecimiento por todo lo que tenemos, en oposición a la
reivindicación por lo que creemos nos falta, debe ser la norma de conducta.
El Santo
Y
aquí entra San Antón, pródigo en virtudes, entre las que destaca precisamente la
solidaridad. Un hombre que prescindiendo de las comodidades que le había
brindado la cuna, dedica su larga existencia a su entrega a Dios y a los demás.
Un hombre que, aunque vivió hace 18 siglos, ha enlazado con nuestro tiempo y
nuestra civilización de una forma popular y entrañable, porque su mensaje sigue
siendo actual. Un hombre llegado a Santo al que admiramos.
Llegadas
estas fechas, el barrio de El Imparcial, fiel a su tradición, se viste de gala
y, en nombre de todos los consaburenses, rinde homenaje a esta figura sobresaliente del
santoral, popularizada en todos los rincones de la comunidad cristiana, que le
ha aclamado como patrón y protector de los animales domésticos, pero también de
ganaderos, sepultureros, tejedores de cestos, fabricantes de pinceles, carniceros
y campaneros.
Obligado es en
estos días revivir la historia y el legado de San Antonio Abad también conocido
como San Antonio el Grande, San Antonio el Ermitaño o, simplemente, San Antón,
que nacido en Egipto a mediados del s.IV DC en el seno de una familia copta
pudiente (coptos se les llama a los egipcios cristianos), pasa gran parte de su
vida en el desierto en la Tebaida (Tebas-Luxor) zona conocida como Valles de
los Reyes, donde se encuentran las tumbas de los faraones.
Según nos
narra su gran amigo San Atanasio de Alejandría en su libro Vita Antoni, de niño no quiso ir a la escuela, pero sin embargo, cuando
iba a la iglesia con sus padres ponía una gran atención a las lecturas sagradas,
guardando en su memoria y en su corazón el provecho que extraía de ellas.
Cuando
contaba con unos dieciocho o veinte años quedó huérfano, junto con una única
hermana mucho más joven. Al poco de fallecer sus padres, un día, yendo como de
costumbre de camino a la iglesia, meditaba y reflexionaba sobre cómo los
apóstoles lo dejaron todo y siguieron al Salvador; cómo la gente vendía lo que
tenía y lo ponía a los pies de los apóstoles para su distribución entre los
necesitados. Pensando en estas cosas, entró a la iglesia. Sucedió que en ese momento
se estaba leyendo el pasaje de San Mateo en el que el Señor dice al joven rico:
Si quieres ser perfecto, vende lo que
tienes y dáselo a los pobres; luego ven, sígueme, y tendrás un tesoro en el
cielo. Como si la lectura hubiera sido dirigida especialmente a él, Antonio
salió de la iglesia y donó la propiedad que tenía de sus antepasados: 80
hectáreas de tierra muy fértil y bella. Vendió todo lo demás, los bienes
muebles que poseía, y entregó a los pobres la considerable suma recibida. Dejó
a su hermana al cuidado de unas mujeres piadosas de confianza para que fuese
educada y se retiró a la vida ascética, atento a sí mismo, cerca de su propia
casa.
Durante los
15 años que pasó en un cementerio cerca de su aldea nativa, vivió en una tumba
abandonada dependiendo para su subsistencia de algo de comida que le traían las
gentes del lugar. Hacía trabajo manual, pues había oído que "el que no
quiere trabajar, tampoco tiene derecho a comer". Se dice que tejía cestas
de mimbre y que también llegó a ejercer como cuidador de cerdos. De acuerdo con
Atanasio, el diablo le atacaba una y otra vez afligiéndole con aburrimiento,
pereza y fantasmas de mujeres, tentaciones que superó por medio de la oración.
Teniendo ya
35 años, decide dar un paso mayor hacia su vida de eremita. Así, adentrándose
en el desierto, cruza el Nilo, y se retira al monte Pispir, viviendo en un
antiguo fuerte romano abandonado en el que pasa veinte años en absoluta
clausura, con la escasa ayuda de algunas personas que le lanzan comida por
encima del muro de la fortaleza. Tal era el fervor que su modo de vida despertaba entre las gentes que numerosos
discípulos se establecieron en torno a él en cuevas y cabañas cercanas, formándose
una incipiente colonia de ascetas que adoptan a Antonio como modelo.
Presionado
por sus nuevos discípulos, hacia el año 305 abandona su estricto retiro para
vivir con ellos en comunidad, situación que se prolonga por espacio de unos
cinco o seis años, al cabo de los cuales, preocupado por la fama que había
adquirido sin buscarla, huyó uniéndose a una caravana de beduinos para
adentrarse aun más en el desierto hasta llegar al monte Coltzim, donde vuelve a
refugiarse en soledad en la montaña, esta vez en el lugar en el que hoy se
levanta el monasterio que lleva su nombre, Der Mar Antonios, donde pasa los últimos cuarenta años de su vida.
A pesar de
la extrema austeridad y moderación en la comida y en la bebida a lo largo de su
vida, o precisamente por ello, quién sabe, Antonio muere con una edad muy
avanzada, unos ciento cinco años, hacia el año 356. Antes de morir, da
instrucciones a sus discípulos de enterrar su cuerpo sin dejar marca y no dar
cuenta del lugar de la tumba. Él discrepaba de la costumbre de los egipcios de
envolver con sudarios de lino los cuerpos de los santos y particularmente los de los santos mártires; a los que no enterraban sino que
los colocan sobre divanes en sus casas, pensando honrar al difunto de esta
manera.
Antonio tuvo
miedo de que pudieran hacer lo mismo con su propio cuerpo. “No permitan que nadie lleve mi cuerpo a
Egipto, no sea que me vayan a guardar en sus casas. Esta fue mi razón para
venir acá, a la montaña. Saben como siempre avergoncé a los que hacen eso y los
intimé a dejar tal costumbre. Por eso, háganme ustedes mismos los funerales y
sepulten mi cuerpo en tierra, y respeten de tal modo lo que les he dicho, que
nadie sino sólo ustedes sepa el lugar.
Se dice que
sus restos fueron casualmente descubiertos hacia el año 361. A mediados del
siglo VI sus reliquias fueron llevadas a Alejandría, donde fueron veneradas
hasta que fueron trasladadas a Constantinopla a fin de evitar su destrucción
por los Sarracenos. En el siglo XI, el Emperador de Bizancio los dona al conde
francés Jocelin que los traslada a iglesia de La-Motte-Saint-Didier, renombrada
como San Antonio del Delfinado. Desde finales del s. XV los restos de San
Antonio se veneran en Arles (Francia) en las iglesias de San Julián y de San
Trófimo.
San Antón fue
siempre hasta el final de su vida fiel a sus creencias. “Si viviésemos, decía, como si hubiésemos de morir cada día, no
pecaríamos jamás”. Fue un cristiano ejemplar, considerado “santo viviente
retirado", silencioso y entregado a la meditación, al ayuno y la
penitencia, en unas durísimas condiciones de vida.
Nos cuenta
San Atanasio que nunca se bañó, ni tampoco se lavó los pies. Sin embargo su
salud nunca se resintió. A pesar de su larga vida, tenía una vista excelente y
no perdió ni un solo diente, solo las encías se le habían desgastado por la
edad. Siempre tuvo las manos y pies sanos. Dormía muy poco, a veces pasaba toda
la noche sin dormir observando las vigilias nocturnas; comía una sola vez al
día después de la caída del sol; a veces cada dos días. Su alimentación
consistía en pan y sal, después de enterrar pan para seis meses; como bebida
tomaba solo agua. Se contentaba con dormir sobre una estera, aunque lo hacía regularmente
sobre el suelo desnudo.
El porqué de
tanto sacrificio sólo puede ser entendido remontándose a la época que le tocó
vivir. Por aquel entonces, la santidad, que en los primeros tiempos del
cristianismo se alcanzaba a través del martirio físico (sólo los mártires eran
considerados santos), se buscaba ahora a través de la renuncia a la propia
vida.
Podríamos
profundizar más en la vida y obra de San Antón y en todo cuanto su legado ha
significado para el mundo cristiano hasta llegar a nuestros días, materia hay,
pero centrémonos de nuevo en nuestro barrio.
En Consuegra,
San Antón es celebrado en El Imparcial, pero no es una fiesta de barrio. El
hecho de que el Santo se venere en esta iglesia de San Rafael nos brinda la
oportunidad de, en estos días, abrir el barrio al pueblo de Consuegra, de cuyo
patrimonio religioso y cultural forma parte este Santo tan popular. Recordemos que
hasta hace aproximadamente dos siglos, en Consuegra el Santo se veneraba en la
desaparecida Ermita de San Antón que se encontraba en el camino del mismo
nombre que pasa por el actual cementerio. Al quedar esta Ermita en ruinas, su
imagen fue trasladada a la también desaparecida Iglesia de Santa María La Mayor
de la que dependía la Ermita, sita en la actual Casa de La Tercia, siendo
destruida en un incendio durante la invasión napoleónica. Con ocasión de la inauguración hace unos 120 años de esta
iglesia en que nos encontramos, se recibió una imagen del Santo, que también
sería destruida durante la Guerra Civil. La actual imagen que preside estas
fiestas fue adquirida para esta Ermita de San Rafael, pasada la contienda, a
principios de los años 40, siendo alcalde de Consuegra D. Florencio Novillo
García de la Cruz.
Así
pues, herederos custodios de esta imagen popular, que no industrial, de San
Antón y comprometidos a preservar la tradición local, los imparcialeros nos sentimos
orgullosos de dar morada a este vecino tan singular, e invitamos a todo el
pueblo de Consuegra a compartir con nosotros estos días de fiesta en nuestro
Barrio, en nuestra Ermita, con todos los ingredientes que la celebración
conlleva: luminaria, santa misa, procesión, bendición de animales y roscas y
rifa, pero también exposiciones, concursos infantiles, música, baile, comida de
hermandad y traca. Contando, como siempre, con una amplia participación popular.
Animémonos,
que no falte leña, que abunden las roscas, que los relinchos de los caballos abran
paso al Santo en procesión, que se oiga la música, que los animales acudan a la
bendición de su protector. Pequeños, jóvenes y mayores, salgamos a la calle,
participemos en los actos, engrandezcamos la fiesta. Tenemos dos largos días
por delante para exaltar la memoria de nuestro Santo, disfrutémoslos. Que no se diga.
Y ya
para terminar, gracias, muchas gracias de nuevo, por esta distinción, que tanto
me honra, para pregonar estas fiestas, por darme la oportunidad de expresarme y
exteriorizar públicamente mis sentimientos hacia mi Barrio y mi gente,
refrescando la memoria de la Asociación El Imparcial y de cuantos han dejado su
impronta en ella, así como de nuestro querido san Antón, para que avive entre
nosotros la llama de la bondad y de amor fraterno que siempre predicó. Junto
con este agradecimiento, mis mejores deseos para que en estos días disfrutéis
plenamente de las actividades programadas en honor de nuestro Santo, así como también
del Barrio de El Imparcial y de sus vecinos. Estoy seguro que sabréis hacerlo
ejemplarmente en un ambiente de total cordialidad y alegría.
Vamos a empezarlas gritando:
VIVA SAN ANTÓN
VIVA EL IMPARCIAL
VIVA CONSUEGRA
Que comience la fiesta !!!!!
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