Texto completo del magnífico pregón de la LV Fiesta de la Rosa del Azafrán del pasado año a cargo de Pedro Carreño


Ha pasado un tiempo y todavía resuenan ecos del pregón de la LV Fiesta de la Rosa del Azafrán del pasado mes de octubre de 2017, pronunciado por Pedro A. Carreño, Director de los Informativos de TVE de fin de semana. Si el pregonero fue de excepción como ya manifestamos en la entrada de este blog de 26 de octubre (pinchar aquí para abrir la entrada) el pregón resultó excepcional.


Fotografía Guerrero
  
Prometimos subirlo a las páginas de este blog y aquí está, aunque con retraso, pero a tiempo y con más solera si cabe, para quienes nos lo pidieron; pero también para los que deseen revivirlo de nuevo y para los que no estuvieron presentes aquel día y deseen leerlo. Estamos seguros de que los que lean esta entrada del blog quedarán satisfechos. 

Antes diremos que el pregón de Pedro Carreño muestra un profundo conocimiento de la realidad manchega y de su idiosincrasia. Con un lenguaje muy bien escogido y pleno de significancias y connotaciones afectivas hacia Consuegra y su fiesta, que demuestran su clara vocación y dedicación periodística. El pregonero destacó los valores más propios y representativos del carácter manchego y como buen conocedor de la realidad socio-política de nuestro país, Carreño señaló la vocación de universidad del pueblo manchego como respuesta a tendencias políticas que pretenden establecer fronteras y diferencias entre los pueblos.

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Por otra parte, el discurso está salpicado de abundantes citas a nuestro más insigne libro de la literatura española cuya inspiración procede de nuestras tierras manchegas. Asimismo, se destacan de forma especial los valores y virtudes de la mujer manchega y reivindica su papel como tesorera y custodia de la esencia de nuestro pueblo.

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El perfil periodístico del orador también se manifiesta en su labor investigadora ya que deleitó y sorprendió a los presentes con unos párrafos desconocidos extraídos de un documento escrito por un sacerdote del siglo XIX que refleja con una frescura y gracia emotivas, los usos y costumbres de nuestras gentes y nos demuestra que tales usos han permanecido invariables hasta nuestros días. Destacamos también el enorme respeto, casi reverencial, que el pregonero siente por Consuegra, sus tradiciones, su historia y sus gentes. Y como no, por sus raíces consaburenses también manifiesta claramente su cercanía y su identificación con esta tierra, lo cual le convierte en uno de nuestros mejores embajadores de la misma, desde su posición privilegiada de altavoz público y comunicador.

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Por último resaltaremos la elegancia y brevedad en las alusiones a su persona y la sutileza empleada para expresar las dificultades y el esfuerzo realizado para cumplir con el compromiso de estar en Consuegra ese día dadas las circunstancias que concurrieron en aquellos momentos. Gracias por todo Pedro y en particular por el pregón que ya figura en los anales literarios de la Fiesta.

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F. Domínguez 



PREGÓN DE LA LV FIESTA DE LA ROSA DEL AZAFRÁN
Consuegra, 28 de octubre de 2017


Sr. Alcalde, Concejales, Mayordomía, Junta de Cofradías, autoridades, paisanos, amigos y amigas. Y especialmente, gentil Dulcinea, estas mis primeras palabras de esta noche, quiero que vayan dirigidas a vos. A la sin par Dulcinea.

Excelso e imperdonable error sería el que yo cometiera, si el atrevimiento y la osadía me ofuscaran en hallar las palabras con las que describir lo que representáis esta noche aquí, en la Mancha, en Consuegra. Y consciente de que no sería capaz de mejorar lo ya escrito recojo, con humildad, lo que Cervantes puso en boca del caballero de la Triste Figura al escribir a su amada Dulcinea:

"Soberana y alta señora: El ferido de punta de ausencia, y el llagado de las telas del corazón, dulcísima Dulcinea del Toboso, te envía la salud que él no tiene. Si tu fermosura me desprecia, si tu valor no es en mi pro, si tus desdenes son en mi afincamiento, maguer que yo sea asaz de sufrido, mal podré sostenerme en esta cuita, que además de ser fuerte es muy duradera. Mi buen escudero Sancho te dará entera relación, ¡oh bella ingrata, amada enemiga mía!, del modo que por tu causa quedo. Si gustares de socorrerme, tuyo soy; y si no, haz lo que te viniere en gusto, que con acabar mi vida habré satisfecho a tu crueldad y a mi deseo.
Tuyo hasta la muerte, el caballero de la triste figura".

Por ventura, quien os habla cree gozar de buena salud. Y espera compartirla con vosotros durante muchos años. Y si es menester, disfrutando de vuestra. Presencia, de vuestra compañía, de vuestra conversación, de vuestra sapiencia, de vuestra noble hidalguía manchega, de vuestras calles, de vuestros rincones, de vuestras viandas. Y sobre todo ello, de vuestra amistad, que hogaño me hacéis patente.

Que no hay recuerdo que más quepa en el pecho de un viajero, que el de aquellos que abrieron sus moradas y lo cobijaron. Ofreciéndole más que el yantar y el lecho, el calor de la palabra y amistad. Esa amistad que en la memoria y en el corazón, se tornan en eterna.

Es un verdadero placer. Es un privilegio y será un perpetuo orgullo el ejercer aquí, esta noche, en este marco incomparable y con tan destacada e ilustre compañía, como pregonero de vuestra fiesta más querida. De la fiesta de la rosa del azafrán. Y al pronunciar por primera vez esta noche el nombre de tan evocativa flor, viene a mi mente aquel hermoso poema:

"Tan frágil es el amor,
Como esta flor peregrina.
Se quiere al atardecer,
y a media noche se olvida"

Ser pregonero de Consuegra, y sobre todo amigo de los consaburenses, es un lujo, un honor y una responsabilidad que jamás imaginé pudiera reservarme la fortuna, porque está al alcance de unos pocos privilegiados. Quizá, eso sí, al alcance de aquellos que sienten, aman, veneran y ensalzan estos pagos y estas tierras. Los de la Mancha, los de Consuegra. Y entre ellos, a fe mía, sí me encuentro.

Lejos de mi intención, porque craso sería el error, presentarme ante tan elevada audiencia para repetiros hechos históricos tan .ensalzados en otras ocasiones. Y que han sido cantados por la categoría de los pregoneros que me han precedido, y que me relevarán en este honroso oficio en años venideros.

Voces muchas más expertas, doctas y preparadas que las de éste humilde periodista, han cantado los hechos y hazañas de consaburenses ilustres. Escaso favor les haría a tan sabios historiadores, literatos y cronistas, si yo intentara esta noche con mi torpe pluma y limitado verbo, emularlos, relatándoos los hechos acontecidos en la historia de tan hermoso pueblo. El Señor, esta noche, no me lleva por esa vereda.

Pero si quiero destacar la universalidad de los consaburenses. La visión y perspectiva histórica de aquellos hombres y mujeres que vivieron en estas tierras, y salieron de ellas para llevar sus valores, su cultura, sus creencias y su sentido de la existencia, a aquellos rincones donde la vida les esperaba.

Y esa universalidad, para un manchego, se combina con dos palabras: grandeza y sencillez. Dos vocablos aparentemente antagónicos pero que, en vosotros, en el ser y sentir manchego, alcanzan la expresión más suprema y rica a la vez. Porque sois vosotros, y vosotras, los auténticos guardianes de la universalidad manchega, castellana y española. Y permitidme que subraye, que esas gachas, no las sabe hacer cualquiera.

Viene a la memoria con letras mayúsculas y universales, hablando de grandeza y de sencillez, las que heredamos de nuestro libro más grandioso: El Quijote, lleno de enseñanzas y de sapiencia manchega. De orgullo de sentirse y haber nacido en esta tierra.

Ya en su primera página -y seguro que Don Miguel no escatimó ironía en ello-, Cervantes bendice a Alonso Quijano con el mayor atributo que a un caballero andante se le pueda añadir: el de su nación. Y por eso, para que quedara claro ante la historia, el manco de Lepanto escribió:

"Y quiso al suyo añadir el nombre de su patria, y llamarse, Don Quijote de la Mancha, con que, a su parecer, declaraba muy vivo su linaje y patria, y la honraba al tomar el sobrenombre de ella".

Muchas veces, y más en estos convulsos días, quien os habla ha reflexionado humildemente sobre esta frase. Y con la confianza que da el paisanaje, os hago partícipe de un pensamiento: ¿imagináis si, en vez de la Mancha, otra región de España hubiera sido reconocida como patria ya en los albores del siglo XVII? ¿Y encima, quien lo escribiera, fuera el escritor más universal en la historia de la literatura?

Y como el Quijote es más que un libro para un manchego. Casi me atrevo decir que nuestra Biblia, viene también a mi memoria el inicio de la segunda parte de tan magna obra. Aquellos primeros seis capítulos en los que, Don Quijote y Sancho Panza, visitan una de las ciudades más hermosas de España y de Europa... Barcelona.

No vaya relatar esos seis capítulos pero, no me resisto a no recordar lo que dice Cervantes al abandonar el caballero y su escudero la Ciudad Condal. Pone las siguientes frases en boca de Don Quijote: "¡Aquí fue Troya, aquí mi desdicha... Aquí se oscurecieron mis hazañas; aquí, finalmente, cayó mi ventura para jamás levantarse!". Eso está escrito ya en el siglo XVII.

Pero tornemos a lo que nos compete. A nuestra linde. Para los manchegos, ese título patrio concedido por Cervantes, esa universalidad manchega, consaburense, con mayúsculas, es propiedad vuestra y de todas las gentes de buena fe.

Vosotros generáis esa universalidad, y la exportáis generosamente allá dónde estáis. Porque La Mancha, es la patria de todos. Esa, sin duda, es una de las principales herencias que los manchegos hemos de recordar, conservar, cuidar y transmitir. Como así ha sido, generación tras generación desde que D. Miguel nos otorgara tan insigne título patrio. La Mancha, nuestra patria, y también de quien quiera compartir con nosotros amistad y sentido común.

Porque, más allá de las sanas rivalidades locales, que enriquecen y marcan la personalidad de los pueblos vecinos, está La Mancha. La patria que nos dibujó Don Quijote. Una patria sin límites físicos, que sobrepasa lindes y fronteras. Porque La Mancha, con su infinito horizonte, no conoce esas cicatrices de la historia que son las fronteras. Ni tan siquiera las mentales.

Los tiempos actuales nos advierten de los riesgos que conllevan las divisiones, los orgullos exacerbados y casi patéticos, y a dónde conducen.

La Mancha, madre de todos, nos marca el camino contrario: la vereda que lleva a la unión, a la comunión entre sus gentes para hacer una tierra más rica y sanamente envidiada. El sudor compartido, en definitiva, entre sus pueblos y la satisfacción, al caer el día, del trabajo bien hecho. 

Una satisfacción y un conocimiento de saber que, cuatro manos pueden más que dos cuando empujan en el mismo sentido. Y de eso, los manchegos, saben mucho.

La historia de los pueblos que son próximos, cercanos, hermanos y casi espejos unos de otros, como ocurre en estos pagos, invitan a que no cuatro, sino miles, sean las manos que hagan una tierra y un futuro mejor para todos. Esa historia común que hace que las raíces se crucen en lo más profundo de esta tierra. Y ante esa realidad, y esa historia, no hay falso orgullo local que pueda. Y el destino de los pueblos vecinos está ahí. Esperándonos como una cima cercana y a la que todas las manos deben de unirse para alcanzar ese objetivo.

Porque La Mancha otorga a su hijos, ya todos aquellos que la tienen como madre, un pensamiento ilimitado, universal, e invita a todos aquellos} aunque no nacieran en ella, a compartir los principios de grandeza y sencillez. De amistad y generosidad.

De amor por las cosas bien hechas. Por las tradiciones y por el futuro envidiable que aguarda a quien manchego se considere.

"Sábete, Sancho, que no es un hombre más que otro si no hace más que otro." Dijo Don Quijote a su escudero.

Vosotros nacéis con esa universalidad que tiene La Mancha y Consuegra, y crecéis con ella. La cuidáis y la enriquecéis y la transmitís sin aparente esfuerzo. Y sin arrogancia y sin desprecio hacia unos y otros. Porque para vosotros, esa universalidad es como el aire que recorre estas calles de Consuegra. Es vuestro y de todos como marcan los principios de lo universal. Es el aire embriagador de Consuegra que respiraron vuestros antepasados, y todos aquellos que moraron en este amado pueblo manchego.

Romanos, árabes, judíos y cristianos. Ese aroma consaburense que forma parte de vuestra seña de identidad. Del ADN consaburense, transmitido generación tras generación y que con tanto celo guardáis, pero que con tanta generosidad regaláis allá donde os hallarais.

Un consaburense, y doy fe, hace gala de su orgullo local y a la vez universal en todo momento, lugar y ocasión. Sencillamente porque, en vosotros, ambos valores son lo mismo. Aquí, y en cualquier otro lugar del mundo. Con sencillez, pero a la vez con docta y sana altanería y gallardía. Como corresponde a los hijos e hijas de este noble e insigne ciudad.

Vuestra historia, vuestras calles, vuestra sapiencia, vuestra cultura, vuestra gentileza, vuestro paisanaje, vuestra gastronomía y sobre todo, vuestra amistad, son un reclamo de una riqueza infinita e inigualable. Todas esas virtudes, al alcance de pocos pueblos en el mundo, explican que, cada año, sean miles y miles los visitantes que buscan encontrar, en vosotros y en vuestras calles, esa universalidad de la que os hablo y de la que vosotros sois fieles celadores y sobre todo, en estas fechas, en las que celebráis la fiesta de vuestra querida Rosa. Ese aroma a azafrán que prende y que engancha a propios y a forasteros.

Olor a azafrán. Olor a alegría, a sabiduría, a amistad. Aroma a azafrán que la memoria pituitaria guarda con celo, y que solo está al alcance de los olfatos más distinguidos y las manos más expertas. Como las vuestras.

Manos duras y dedos delicados. Dedos orgullosos de su oficio en una labor para maestros y catedráticos en el don de la palabra de la monda. Para tratar con cariño el oro de La Mancha. Para acariciarlo, cuidarlo y amarlo como merece la especia más codiciada del mundo: el azafrán.

Y cuidado, que no queremos otro: Solo queremos el azafrán de La Mancha. Porque la rosa, como dice el poema:

“Es como la maravilla,
que un día la ve nacer
y la mata el mismo día".

Y es sin duda, la rosa del azafrán, la que enhebra los valores manchegos más esplendorosos: los de la grandeza y la sencillez que, a la vez, se fusionan como os digo en el término universalidad.

Es la rosa delicada y hermosa. La más dulcinea de todas las flores cuando brota en los azafranales. La más sencilla en su apariencia, pero la más rica y la más ansiada por quien no la posee y la anhela. Y el tesoro mejor guardado, generación tras generación, de quienes ostentan su secreto de cultivarla. Porque.....

La rosa del azafrán
es una flor arrogante
que brota al salir el sol
y muere al caer la tarde.

Y eres tú, rosa del azafrán, la guardiana y mejor crisol-estos días y siempre-de los valores manchegos. Y Consuegra es, el estigma de esa flor. La más codiciada en el mundo entero. Esa flor que es capaz de reunir, desde el amanecer hasta la caída del sol, los sentimientos más nobles del ser humano: el trabajo, el sacrificio y el esfuerzo por la mañana. La palabra, la conversación y la dicha al llegar la noche.

Grandeza y sencillez. Sencillez y grandeza. Trabajo y alegría. Sacrificio y Dicha. Valores universales, grandiosos, enormes. y todos, concentrados en una flor. En vuestra flor. En la flor más universal que nace en estas tierras. Para un servidor, la flor y la tierra, más hermosa del mundo.

Es aquí, en esta época del año, cuando la vista de cualquier viajero puede gozar sin límite del espectáculo cromático que ofrece la rosa del azafrán en las primeras horas del día... Cuando la fina escarcha se confunde con el morado de la flor y los primeros rayos del día convierten a la rosa en la joya de la Mancha.

Y donde la vista se pierde, en estas llanuras manchegas, y donde la retina es incapaz de retener tal magnitud de belleza y hermosura, ahí estáis vosotros. Los consaburenses, para recordar y engrandecer los límites de la muy antigua, leal y noble ciudad de Consuegra. Para decir al mundo que Consuegra fue, es, y será, la perla manchega y orgullo de la Mancha.

Porque La Mancha, es muchas cosas dignas de elogio. Pero, sobre todo, por encima de todo, están y estarán sus gentes. Hombres y mujeres celosos de su pasado, pero orgullosos de su presente y hacedores de un prometedor y envidiable futuro.

Consuegra, encrucijada de grandes caminos, gestas y hazañas, puede presumir, y debiera presumir aún más, de su pasado y de su futuro. Un futuro que a nadie se le antoja fácil en estos tiempos vertiginosos. Pero un futuro, al fin y al cabo, prometedor y resplandeciente, como su historia. Un futuro, el de Consuegra, en el que el sentido común, perspectiva histórica y visión de los nuevos tiempos, garantizará que esta ciudad, antaño crisol de culturas, mantenga con orgullo su nobleza, historia y sencillez a la par. Y no quiero desaprovechar la ocasión que me brinda el estar ante todos vosotros esta noche, para ensalzar, poner en valor a otra gran flor de la Mancha y de Consuegra: a la mujer consaburense. Mujeres que con su ejemplo hacen día a día a Consuegra más grande y universal. Así lo han hecho durante siglos, así lo hacen, y así lo seguirán siendo.

Porque sois vosotras, mujeres de Consuegra, las auténticas celadoras de la Universalidad de esta insigne ciudad. Porque sois vosotras, mujeres de Consuegra, ejemplo de trabajo y de laboriosidad, de proyección de futuro y de lucha por romper cadenas oxidadas que nunca debieron de existir.

Y porque sois vosotras, mujeres de Consuegra, la guía y las estrellas que marcan el camino en la pugna diaria por conseguir una Mancha más envidiada y reconocida fuera y dentro de España.

Ese objetivo, sería inalcanzable sin el histórico tesón y esfuerzo de la mujer consaburense, piedra angular de los valores de las gentes de esta ciudad.

Pero la ciudad de Consuegra puede estar tranquila porque fortificando sus muros del futuro, su historia, sus avances en todos los campos y distintas disciplinas profesionales, está lo mejor que tiene: la mujer consaburense.

Por eso, en estas palabras de esta noche que guardaré siempre en mi memoria, quiero rendir un homenaje a las mujeres de Consuegra. A vosotras, a vuestras madres, a vuestras abuelas, a vuestras hijas ya vuestras nietas. Todas consaburenses y todas un ejemplo, y vivo reflejo de los mejores valores de este pueblo.

Y si no lo hiciera así, aquí y en este momento, mi abuela Antonia, gran consaburense y a quien debo que parte de mi sangre sea de aquí, jamás me hubiera perdonado no haber hablado y subrayado los valores de la mujer consaburense.

Como se dice por estos lares: no os quiero cansinear. Este humilde plumilla se ha presentado ante vosotros, con la mejor intención. Y que sepáis, que no dormiría bien, ni se atrevería a acercarse por estas lindes en muchos lustros, si no estuviera guiado por la honestidad de presentarse ante vosotros con las dos únicas armas que creo poseer: la amistad y la palabra.

La amistad, la tenéis. Y la palabra, está noche queda aquí, en este Teatro. Esas palabras que hoy me atrevo a contaros y que uno oyó de monillo en las noches de monda, orilla de los mayores, y que quedaron grabadas en la memoria de por vida.

Esas reuniones de monda y de tueste en las que la vecindad, la amistad y el paisanaje inundaban toda la casa. Ese olor a azafrán indescriptible, permanente, eterno que desborda cualquier rincón de este pueblo cuando el otoño alcanza todo su esplendor.

Esas reuniones de monda, por cierto, en las que no hacía falta estar en las redes sociales como ahora, para enterarse de lo que acontecía en el pueblo. Esas mondas que se alargaban hasta la madrugada y en las que, los más pequeños, aprendíamos a respetar a los mayores.

Aprendimos a respetar las tradiciones. Y a comprender lo que el azafrán significa para una casa, para un pueblo, y para una región como es la Mancha. Una enseñanza imposible de olvidar ya la que quizá deba, el atrevimiento de estar hoy aquí ante todos vosotros.

Y en este punto, quiero recordar y traer aquí la que, al menos para mí, es la obra más antigua y querida sobre el azafrán. Una lectura obligada, entiendo, para cualquier manchego que ame y quiera saber más de esta especia. Hablo de la obra "Cultivo del azafrán". Una obra escrita en 1897 por el sacerdote nacido en La Solana Don Juan Alfonso López de la Osa quien, a su vez, reconoce fuentes de mediados del siglo XVIII.

Este sacerdote, por cierto, y así está acreditado, recibió la tonsura y menores, en el convento de Franciscanos de Consuegra, en diciembre de 1885. O sea, que algo que azafranales sabía el erudito manchego.

Como he dicho antes, no os voy a cansinear. Pero no me resisto a contaros, brevemente, eso sí, palabra por palabra, y coma por coma, la descripción que este docto sacerdote hacía de las reuniones de monda hace casi 150 años:

"Diez, quince o hasta veinte mujeres reunidas en varias mesas por espacio de ocho, diez o más horas, sin más ocupación que mover las manos, ¿pueden estar sin mover la lengua? No, ciertamente. Ellas imitan con una diferencia a mi entender notabilísima, a la mayor parte de nuestros representantes en Cortes cuando se reúnen en el salón de conferencias. Pues mientras estos, los diputados allí congregados, hablan mucho pero pierden lastimosamente el tiempo sin hacer nada, aquellas, las mondadoras, hablan también mucho pero trabajan al mismo tiempo. Aprovechan, por Jo tanto, y lo que se comen, lo ganan. ¿Y de qué hablan? Allí el alcalde por unas es zarandeado y sus actos puestos en ridículo. Por otras, es defendido. Del párroco, se analiza su vida y se dice si visita a los enfermos. Si da limosna, si predica bien, haciendo comparaciones con las virtudes del anterior o de algunos de los sacerdotes de la población o de pueblos circunvecinos. Del potentado y de la aristocrática dama nada por decir de su carácter. Sí del trato, que da a sus criados, de su comportamiento para con los pobres. De los novios y las novias también se cuenta si Fulana ha despedido a Fulano y viceversa. Por esta, o por otra causa. Y en suma, allí se comenta todo cuanto ocurre de particular en la vil/a, o en el barrio en el que se monda".

Esto está escrito, como os digo, hace más de siglo y medio.

Y como se va acercando la hora de ir a echar un clavo -para quien todavía pueda-, voy a referirme, también brevemente, al origen de esta expresión. Y por ello, acudo a lo descrito en la obra del sacerdote de La Solana que, a su vez, recoge datos de un trabajo del siglo XIX titulado "El matrimonio en La Mancha".

Dice así:

“A los estambres de la rosa se les llama vulgarmente clavos, por la semejanza que estos tienen con aquellos. Y es costumbre, en los domingos por la tarde, y en las horas en las que los novios no faltan a sus quehaceres, pasarse por las casas donde las novias mondan. Y sentándose a su lado, a más de conseguir su objeto que es tener un rato de conversación, tanto él como ella no dejan de mondar, depositando ambos en un mismo plato los estambres, por cuya razón, al hacer las partes, la que ha tenido tal ayuda escapa mejor y las demás suelen decirle: "no es extraño que lleves más que nosotras porque has tenido quien te eche el clavo". Tanto por esto, como por lo que queda arriba dicho, ciertas familias no ven bien que sus hijas vayan a casa extraña a mondar".

Queridos amigos y amigas. Que estos días, y si cabe aún más, nadie se sienta forastero en Consuegra. Que vuestra alegría y la de quienes os visitan reviente por vuestras calles y plazas. Como lo hacían las cinchas de Rocinante al verse Don Quijote armado caballero. Que una vez más, seáis ejemplo de convivencia y mejor vecindad. Que las cosas que nos diferencian durante el resto de días del año queden, al menos por unas jornadas, olvidadas.

Que sean más las cosas que nos unen que las que nos distancian. Que hablando se llega a acuerdos, por muy distantes y antagónicas puedan parecer las posturas de unos u otros. Y que sobre todo, sepamos lo que una flor, la rosa del azafrán, tan aparentemente débil pero hermosa, es capaz de unir en estas tierras.

A un servidor le va llegando la hora de despedirse. Y me gustaría saber que me marcho con un objetivo cumplido. El de haber hecho más amigos en Consuegra. Porque eso, es a lo que he venido, hacer amigos, y amigas y a compartir con todos vosotros un ratejo de vuestra fiesta.

Os deseo que en estos días de fiesta, ese aroma y olor a rosa del azafrán engendre vientos de riqueza, de dicha, de fortuna y porvenir en los años venideros. Y que vuestros hijos e hijas, nietos y nietas, sepan disfrutar en el futuro de la grandiosa herencia que es hoy Consuegra. Ese, sin duda, será vuestro mejor legado para las generaciones posteriores y para la humanidad. Consuegra, patrimonio de La Mancha y de España. Ese es el objetivo y os invito a seguir luchando por él.

Excelentísimo señor alcalde de Consuegra. Miembros de la Corporación Municipal. Mayordomía, Junta de Cofradías, Autoridades. Estimada Dulcinea. Amigos y amigas. Quiero finalizar ya este pregón de la misma manera que lo inicié. Agradeciendo el inmenso honor que me ha supuesto ser vuestro pregonero.

Gracias también a todos mis amigos que, desde otros puntos cercanos de La Mancha y también desde Madrid, me han acompañado esta noche.

Gracias también a mi familia. En especial, a mi querida familia de Consuegra, por estar siempre ahí. Y especialmente un día tan importante para mí como es hoy.

Gracias a mi madre. Que está por aquí sentada. Por haberme obligado desde pequeño a ser y pensar como manchego.

Y gracias a mi esposa. Por permitirme durante muchos años esta obsesión por la Mancha. y por dejar que la semilla manchega también esté sembrada en mis dos hijos.

Y gracias, en definitiva, a todos vosotros y vosotras. Por vuestra hospitalidad y por hacerme comprobar, una vez más, que pocas cosas se pueden ser mejor en este mundo que ser y sentirse manchego. Vuestra presencia, y el recuerdo de esta noche, aquí, en Consuegra, permanecerán siempre en mi memoria y será guardado en lo más profundo de mi corazón.

Me despido, y lo hago con cierto temor, ante la seguridad de no haber estado a la altura de las palabras que os merecéis y a la alta responsabilidad que me encomendasteis.

¡¡¡Viva Consuegra!!!
¡¡¡Viva la Mancha!!!
¡¡¡Y viva La Rosa del Azafrán!!!


Pedro A. Carreño


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